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lunes, 8 de septiembre de 2008

Los pelos de Bono y Laporta

A Bono le ha crecido misteriosamente el pelo. A Aznar le otorgan la paternidad –naturalmente desmentida– del hijo que está esperando la bella ministra de justicia francesa. A Gemma Mengual la 'cazan' con todas sus dotes artísticas al aire. Al jeque de Abu Dhabi le gusta tanto el fútbol que se compra el Manchester City y se gasta 42 millones de euros en Robinho. Y al Barça le ha llegado la hora de dar un "nuevo impulso" al club con una sorprendente catarata de despidos entre sus ejecutivos. En verano todo es posible. Ahora que estamos entrando en la recta final de la caléndula y nos encontramos huérfanos de competición, es bueno repasar todas esas cosas tan extrañas que pasan por el mundo.

Si raro es comprobar el implante capilar del presidente del Congreso, más esperpéntico resulta imaginarse una relación sentimental entre el ex presidente del Gobierno y del PP y Rachida Dati, mano derecha de Sarkozy y la primera mujer del Ejecutivo galo de ascendencia magrebí. Por no hablar de la persecución que ha sufrido, por parte de diversas agencias de 'paparazzis', la sirena olímpica para ser fotografiada en 'top less' durante sus merecidas vacaciones en Ibiza. Aunque es mejor verla a ella en la portada de 'Interviú' que al nuevo amo del City, el orondo Sulaiman al-Fahim, que gestiona alegremente una fortuna –de dudosa procedencia, claro está– de 1,23 billones de euros. Todo surrealista. Tanto como la limpieza de altos cargos que está llevando a cabo Laporta.

Si en la última Asamblea, en la que el presidente salvó la cabeza por los pelos –los pocos que tenía antes Bono, claro está–, Laporta elogió el determinante papel de todos los ejecutivos del club en la reconstruida economía blaugrana, ¿por qué ahora han dejado de ser útiles para el Barça? ¿O, acaso, los despidos tienen condicionantes puramente personales y no profesionales? Dicen que la obsesión del presidente es rodearse, a partir de ahora, de incondicionales. No quiere más sustos. Ni lo que él considera 'actitudes desleales'. Quiere tener manos libres hasta el fin de su mandato para actuar sin oposición interna. Aunque todo esto no le va a servir de nada si la pelota no entra. ¿O se cargará entonces a Txiki?

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